viernes, 27 de marzo de 2009

Sobrevivientes

Para mis amigas
y también para las demás

Yo conozco tu locura porque también es la mía

Somos locas rebeldes
locas del estar vivas
locas maravillosas
estrafalarias, floridas

Ovejas negras
descarriadas sin remedio
vergüenza de la familia

piezas de seda fina
amazonas del asfalto
guerrilleras de la vida


Locas de mil edades
llenas de rabia y gritos
buscadoras de verdades
locas fuertes
poderosas

locas tiernas
vulnerables


Cada día una batalla
una norma que rompemos
un milagro que creamos
para poder seguir siendo

Locas solas
tristes
plenas


Mujeres locas, intensas
locas mujeres ciertas.

Rosamaría Roffiel



sábado, 14 de marzo de 2009

En la arquitectura lo que hacemos es para compartirlo: Mario Enrique Yáñez Gamboa, arquitecto




  • Ganador de Medalla de Oro en la Tercera Bienal de Arquitectura en Chiapas


Por Gabriela G. Barrios García / Leticia Bárcenas González
Fotografía: Gaby Barrios

Cuando caminamos por cualquier calle de Tuxtla observamos diversas fachadas que, a veces, nos hacen imaginar interiores de ensueño, otras nos parecen simples, pero lo que no imaginamos es a quienes diseñaron esas construcciones. Aquí conversamos con Mario Enrique Yánez Gamboa, quien al hablar de arquitectura afirma “...termina uno por enamorarse tanto de su oficio que viene significando todo.”


¿Qué significa para usted la arquitectura?
Es un oficio al que uno decide dedicarse. Conforme se estudia se va descubriendo la amplitud de aspectos que cubre, cuando se egresa [de la carrera] las condiciones de trabajo van tendiendo líneas por donde dirigirse y termina uno por enamorarse tanto de su oficio que viene significando todo. Lo que uno hace gira en torno a ese oficio, incluso la familia.

¿Qué lo motivó a participar en una Bienal?
La Bienal de Arquitectura en Chiapas se empezó a celebrar hace ocho años. Cuando se realizó la primera no participo por la postura común de no valorar lo que estamos haciendo, desacreditarse, no creer en lo que uno hace. Ante los trabajos expuestos pensé ‘yo hubiese estado acá’, tenía algo que presentar y sin embargo, por no confiar en lo que uno hace, se sanciona el trabajo. Desde entonces me quedó la espina de por qué no participé y a los dos años participo ya más convencido de hacer un trabajo de calidad pero con pocas posibilidades [de ganar] aunque también se aprenden muchas cosas.


¿Cómo cuáles?
Nuevas maneras de resolver los proyectos, de manejar conceptos arquitectónicos, sobre todo de la vida cotidiana. Sin embargo, principalmente dependes del jurado. Uno se emociona, uno vive, sufre mucho con la bienal, y cuando llega la premiación sucede a veces todo lo contrario: no pasa nada; el jurado tiene otra manera de concebir [el trabajo arquitectónico] en ese momento, trae sus líneas, hay que entenderlo, asimilarlo.

Así de universal es la arquitectura y sigue siendo, entre las artes, esa parte subjetiva que puede agradar a muchos pero que en determinado momento a 3 ó 5 personas, que forman un jurado, puede no ser la directriz; es parte del juego. Lo importante aquí era participar, estar, adquirir experiencia, aprender a trabajar con otras disciplinas, con otras personas que tienen que ver con el montaje, con la fotografía, ya no es sólo la obra en sí sino todo lo que implica la exposición.

La parte gratificante fue cuando las personas asistentes a la Bienal se acercaron y comentaban que veían algo que les llama la atención, algo interesante, me preguntaron: cómo lo hiciste, porqué lo solucionaste así y en ese momento te empiezas a sentir muy bien, es un foquito que te está indicando que hay gente que se interesa por lo que estás haciendo. Lo importante fue mostrarlo porque a veces uno se queda en el anonimato.

Después participé con esta casa que, curiosamente, es de mucho menor escala en tamaño que con la que participé en la anterior bienal, sin embargo, tiene características que se me hace importante presentar; hablo con la gente que estuvo en el montaje anterior para llevarlo con una mejor presentación. Esta vez el jurado tiene una línea en la que es más abierto y la lámina o proyecto logró impactar en una sola imagen, que es la que cuenta.

¿Usted considera que el trabajo del arquitecto debe ser interdisciplinario?
Sí. En el trabajo de arquitectura somos nosotros los que decidimos pero cuando se requiere de otras especialidades es conveniente hacerlo. El cliente es lo principal, es a quién va a estar dirigido el espacio pero, si por condiciones particulares, el habitante requiriera de una especialidad como la iluminación y ésta escapa a mi alcance debo recurrir a otra disciplina.

¿Cómo nace la idea de este proyecto?
Nace como parte en una etapa en la que estamos inmersos los arquitectos que es producir viviendas de interés medio para promoción y venta. Los despachos particulares ya no se pueden quedar a esperar a que llegue una recomendación, en el mejor de los casos, y menos que llegue un cliente a decir que necesita algo, ya no se da. Somos muchos y cada vez hay más competencia, entonces, una manera de promovernos es gestar nosotros los propios proyectos: ubicar predios, ver las condiciones de acuerdo al mercado. El interés social lo abarcan las grandes empresas constructoras. Así, en este caso particular, el terreno tenía las condiciones para desarrollar el proyecto y por ende se fue trabajando.

¿Participó en la Cuarta Bienal?
Participé como conferencista y también con un trabajo; esta vez no pasó mayor cosa pero son experiencias muy importantes. Por supuesto que le tiene uno cierto gusto a participar, pero para presentar algo que en verdad tenga caso compartir; me gusta mucho ese término, compartir, porque en la arquitectura lo que hacemos es para compartirlo.

¿Cree que una bienal motiva a los profesionales del medio en la creación de nuevos proyectos?
Sí. Es un escaparate, es una fiesta, una alternativa en la que se promueve una arquitectura con mayor aportación, un poquito más valiosa. Las nuevas generaciones observan qué se está haciendo. A veces, como estudiantes, fijamos la vista al centro del país y a los aspectos que se publicaron incluso en lo internacional, excepto en lo que hacemos nosotros, localmente. Esa parte se está cubriendo. Falta hacer mayor difusión, promover hacia otros medios, darle mayor relevancia y hay mucho que trabajar en ello; falta ser más audaz. Seguimos careciendo de un buen circuito, de una casa de cultura, de un espacio, de un edificio público en el cual podamos llevar a cabo la presentación de nuestro trabajo.



¿Implica una responsabilidad el hecho de haber sido ganador en una de las bienales?
Sí, porque implica que se tiene que ser más cauteloso con el quehacer, decidir qué trabajos realizar y cuáles no. La arquitectura es un proceso de mucho trabajo pero también de mucha competencia. Hay un bloque de gente con arquitectura comercial, impersonal, produciendo mucho y un bloque, más reducido, que tiene una arquitectura más privada, más personal, más específica, en el que estamos tratando de salir adelante con poco recurso, sin embargo, todo se rige por el impacto económico. Hacer construcción sigue siendo muy difícil.

Entonces, ¿considera que las bienales permiten elevar el nivel profesional y competitivo de nuestros arquitectos?
Sí, por supuesto.

¿Contribuyen al intercambio de nuevas ideas, tendencias y búsquedas o sólo sirven para mostrar la obra personal de los participantes?
No. Por supuesto, hay una visualización a nivel local de cómo nos impactan los movimientos de tipo global y de cómo nosotros, con una visión regional, le damos cabida a este tipo de impactos sin que nos desplacen, porque muchas veces no tenemos la misma tecnología ni la técnica pero hacemos una serie de adecuaciones. Creo que nuestra responsabilidad está en la de rescatar algunos elementos y hacer una reinterpretación, generando alternativas, propuestas. Mostrar que no sólo se puede hacer algo que es muy local, muy regional, sino que también puede ser contemporáneo; con nuestras aportaciones y con nuestras limitaciones, pero propio.

¿Usted considera que si hay una tradición arquitectónica en el estado?
Por supuesto, existe desde la condición prehispánica misma, eso no lo puede negar nadie, ni el impacto que tiene la mezcla de lo español con lo indio, de ahí el surgimiento de estas grandes casas o casonas, que tienen un esquema tan claro que operaba y sigue funcionando todavía y a las que hay mucho que aprenderles. Hay viviendas en el campo que cumplen con mucho más condiciones que una casa misma de interés social; en ellas la gente no tiene problemas con el calor, tiene mucho más convivencia con el exterior-interior, su espacialidad es mucho más amplia y de repente nosotros, los creadores, hemos caído en el mercantilismo de meterla en una caja de zapatos de 3 metros cuadrados.

¿Cuáles son los íconos arquitectónicos de Chiapas?
Como persona yo creo que todavía no hay uno. Como edificio, me fascina el Museo Regional de Antropología e Historia, es un edificio muy importante para nuestro estado que sigue vigente como concepto de solución. Es como la reinterpretación de esas casas de grandes patios.

¿Podríamos hablar de una arquitectura rural en Chiapas?
Por supuesto que existe, con una estructura tradicional, la estructura vernácula y hay una contemporánea.

¿Cree que el trabajo de los arquitectos es valorado?
Sí, por supuesto que es valorado, en su momento la gente sabe discernir cuándo debe contratarnos.

¿El diseño arquitectónico es de inspiración o análisis?
Nada es fortuito, esto se va dando; hay una serie de condiciones y vivencias que van nutriendo ese quehacer. Se aprende al caminar, viajar, ser sensible ante las cosas comunes y cotidianas que de alguna manera no valoramos, eso va nutriendo y en el momento creativo tiene que aflorar más las que se tienen que tomar en cuenta, como la calidad y tipo de materiales, los espacios, la iluminación.

¿Cuál es el elemento que identifica su arquitectura?
Los recibidores, los corredores. Diseños en los que la arquitectura no sea tan fría, como una caja sino que tenga un poquito más que la haga humana.



En Corto
Piedra: Es un soporte
Metal: Mucho trabajo y expresión
Madera: Sutil
Cristal: Transparencia
Agua: Relajamiento, tranquilidad
Luz: El día
Naturaleza: Armonía

Perfil: Tuxtleco, “aunque mis padres me engendraron en Chiapa de Corzo”. Vivió la mayor parte de su infancia en diversos lugares, entre ellos Arriaga. Arquitecto desde hace 15 años, casado y con 4 hijos, gusta de escuchar música, dibujar y el trabajo manual que tenga que ver con la arquitectura. Le fascina la fotografía. Su arquitecto: Luis Barragán.


*Entrevista publicada en el diario El Heraldo de Chiapas, 07 de marzo 2007

sábado, 7 de marzo de 2009

Corazones Gitanos Parte seis y última


Parte Uno:
http://desmesuradas.blogspot.com/2009/03/corazones-gitanos-parte-uno.html


En el recuento de los daños
me sales debiendo tantísimo amor
que no puedo creer lo que escuché:
cómo puedes decir que te olvidaré.
“El recuento de los daños”/ Gloria Trevi

Susana. 22 años. Divorciada, madre de un niño.



No sé qué es el amor, no es que no haya estado enamorada, es que hay cosas que no puedes expresarlas aunque las hayas sentido.

Me enamoré a los 17 años, lo supe porque él era mi primer pensamiento del día y el último; siempre quería estar con él y el tiempo pasaba muy rápido. Estuvimos dos años juntos y después nos casamos, tuvimos a nuestro hijo. Cuando el bebé cumplió un año nos separamos. Los primeros meses fueron muy difíciles para mí porque estaba acostumbrada a estar con él. Con el paso del tiempo y el ya no vernos, se me fue pasando ese dolor, aunque a veces sí lo extraño. En este momento no estoy enamorada.

Amar es un acto involuntario, uno no elige a quien amar, simplemente lo sientes. No podemos decir esta persona me gusta, la voy a querer, no. A veces nos enamoramos de las personas que menos nos imaginamos.”


Publicado en El Heraldo de Chiapas, 1 y 2 de marzo del 2008.

Corazones Gitanos Parte cinco


Parte Uno:
http://desmesuradas.blogspot.com/2009/03/corazones-gitanos-parte-uno.html


Y yo soy el Pipiripau,
y aunque no tengo
mucho pegue

yo no sé porqué será
que a mí me siguen
las mujeres.
“El Pipiripau”/ Los Plebeyos



Tomás. 51 años. Casado desde hace más de 25 años. Padre de 4 señoritas.



El amor es una sed incontenible de abrevar en las aguas de la paz, de la tranquilidad, del bienestar para que el hombre alcance su objeto: la felicidad. Es algo muy vasto, que se encuentra en muchas cosas. Pero el amor intenso, tal cual, no tiene una permanencia y menos en los estilos de vida de los mexicanos.

Se inicia la relación de casados con un patrón de conducta en el que “se incluye” a la pareja, aunque muchas veces conservas algunos de tus comportamientos como soltero y te lo permite tu esposa, entonces, a veces, no asumes toda tu responsabilidad en esa relación de dos. Después, con la llegada de los hijos el rol cambia y el amor hacia la pareja se divide, se fracciona o de alguna manera se enfoca hacia otros aspectos; cambia entonces la forma de relación y en el devenir se va convirtiendo en algo cotidiano, rutinario, incluso como que ya hasta sientes una obligación, ya no te parece como algo gozoso, algo que se busca, que se desea y a veces eso genera una cierta frialdad o una relación de compromiso, ya no se alimenta. En cada aniversario o los cumpleaños das tarjetas, un regalo, flores; está el detalle pero, si comparas, las tarjetas vienen diciendo lo mismo año con año, es decir, se convierte en rutina.

En la aspiración de seguir siendo feliz tú buscas una aventura. Más con la mentalidad que desde niño te meten, sobre todo la mamá, de que tú no eres sólo para una mujer sino que eres para muchas, e incluso socialmente es válido y en algún tiempo fue hasta signo de reconocimiento que lucieras muchas mujeres, era signo de hombría, te volvías un personaje destacado en lo social; aunque en ciertos núcleos era reprobable, pero sucedía.

Entonces, es esa mentalidad la que te lleva a esa búsqueda, a lo mejor hasta te impulsa, o puede ser que también se dé la ocasión para que tengas flirteos en tu trabajo, en tus relaciones sociales, hasta en tu relación de familia. Muchas veces las mismas mujeres cercanas a ti, a lo mejor se sienten atraídas, a lo mejor les gusta la manera como tratas a tu esposa, no sé, eso te abre oportunidades que tú ni siquiera las esperas. Pero esa mentalidad de que tú, hombre, eres para muchas mujeres, con ellas no sucede así. Entonces, uno se permite esa libertad, procurando no lastimar a la pareja, es decir haciéndolo con discreción.

A las esposas siempre les toca la parte difícil, la parte de las responsabilidades de la casa; a las amantes la parte “padre”, la de vivir los momentos de felicidad, de dicha, de relación de pareja sin ninguna obligación y más cuando ambos amantes no son libres, pues es cuando más se cuidan los encuentros. Esos encuentros encerrados en cuatro paredes en donde te entregas a la pasión, porque es sólo ese espacio, no hay otro, y en él haces tu mundo. Pero para que no se rompa la armonía en toda la relación global de ambas partes, se tiene que respetar esa privacidad, mientras no se exceda ese límite la relación puede durar mucho tiempo. Incluso eso permite muchas veces que la relación de costumbre que se tiene con la esposa mantenga un buen equilibrio, ya que cuando la esposa se convierte en la madre de tus hijos, la relación cambia porque le tomas cierto respeto que no te permite muchas cosas en lo sexual, en cambio con la amante realizas muchas de tus fantasías.

Si en esas cuatro paredes mantienes la pasión y todos los aspectos bellos de la relación, no hay ningún problema, pero, en el momento en que ya te piden responsabilidades, por ejemplo el gasto, la ropa, el regalo caro, el viaje o cosas que también tienes como obligación en la relación con tu esposa, eso se convierte en otra cosa y empieza a complicarse como si fuera un matrimonio; es decir, deja de ser la amante para convertirse en una segunda mujer, que lógicamente trae consigo todos los problemas que rompen la magia de esa relación de amantes.

No puede hablarse del estándar de una amante ideal, cada quien tiene su ideal. A mí en principio me agrada que tengan gustos afines a los míos, obvio que si le gusta ir al cine o ir a conciertos no lo podemos hacer juntos, pero si podemos hablar de los mismos temas. Me interesa que tengan cierto nivel de cultura que por lo menos me permita disertar con ellas o que me oigan y sepan de qué hablo. Segundo, que exista un entendimiento en lo sexual; que ella, como yo, se sienta satisfecha, completa, plena, para que realmente sea una relación de gozo. Obvio es que tiene que haber la posibilidad económica de ese espacio de cuatro paredes, que a veces es muy caro, y que si es muy frecuente, es todo un gasto.

El tener un departamento es incursionar en la vida de la segunda pareja y eso rompe con todo, porque ya es una obligación. Siento que para que la pareja tenga una relación de amantes exclusivamente debe frecuentar hoteles, porque entonces no hay una obligatoriedad, se va cuando se puede, se tiene y se quiere.

De alguna manera tienes que tener una rutina diaria, en la que tienes que darte el espacio para la otra persona, que ese tiempo sea una entrega total, absoluta, exclusiva. Para eso tienes que mentir en tu casa, aduciendo que son horas de trabajo u horas que pasas fuera de manera regular, realizando actividades que, con otro nombre, obvio, marcas en tu agenda, para que al momento no tengas que estar inventando pretextos que es lo que termina poniéndote nervioso.

En general creo que muchas mujeres sí se dan cuenta cuando su esposo tiene una aventura, lo difícil es cuando éste ya tiene una amante fija, porque ella puede sentirse con derecho de reclamar un patrimonio u otros derechos. Ahora, los flirteos ocasionales, que se presentan muy cotidianamente, incluso en la misma familia o con las amistades o las comadres, generan muchas veces sospechas en la esposa, y aunque no tenga la seguridad, reclama y surgen los problemas. En más de 25 años de matrimonio varias veces he estado a punto del divorcio por esa razón, sin embargo, siempre alguno de los dos tiene más cordura y llegamos a un arreglo en el que, claro, nunca acepto que esté lesionando “el honor” de la familia, es decir, el engaño. Incluso, en este momento mi matrimonio se encuentra en un periodo de mayor estabilidad, más tranquilo, más reposado.

Mi esposa me ha preguntado: ¿si yo te hiciera lo mismo qué harías? De labios para fuera le digo: me largo y te dejo para siempre o te mato. Pero, ya reflexionándolo detenidamente, pienso, si yo lo hago por qué ella no puede hacerlo; si he estado con mujeres que son casadas, ella podría hacer lo mismo. Y creo que si tiene una oportunidad y lo hace con discreción, sin escándalo, sería válido, porque yo lo hago así. No tendría ningún argumento o base moral para cuestionarla. Aunque, por supuesto, no se lo digo.

Ha habido muchos casos en que la pareja se separa porque él se va con la otra; en mi caso no, porque no ha habido la permanencia con ninguna mujer y porque prefiero los flirteos que se dan de manera casual, que no me generan ningún conflicto más que al interior; además, mi imagen social, de respeto, sigue intacta; estoy tranquilo, vivo bien, a gusto. Me siento satisfecho.

Mi primer contacto con una mujer fue con una prostituta, porque así se acostumbraba en mi época de joven, y eso me marcó de por vida, de tal manera que no mantengo ninguna relación pagada; además, para estar con alguien necesito sentir, no amor, pero si una atracción. A veces, cuando te acorralan –que se dan casos— para no dejar en duda tu hombría, lo haces, pero al terminar el acto lo que quieres es retirarte, dejar de lado a esa mujer; en cambio, cuando te gusta, disfrutas después de hacer el amor de un momento de relax, de paz, de abrazos que te comunican sin palabras, lo que hace la relación menos carnal. Y eso hace que esa relación de amantes funcione.

No creo que haya edades ideales para las amantes. Para mí lo mejor es que tengan experiencia. De nada me sirve tener contacto con una chica súperbella si en la cama es un tronco, obvio es que no me satisface. En cambio, con una mujer que tiene experiencia, que sabe cómo complacerme, no importa la edad, puede tener 15, 30 ó 50 años. Siempre y cuando me guste algo de ella.


Publicado en El Heraldo de Chiapas, 1 y 2 de marzo del 2005.

Corazones Gitanos Parte cuatro


Parte Uno:
http://desmesuradas.blogspot.com/2009/03/corazones-gitanos-parte-uno.html


La prefiero compartida

antes de vaciar mi vida
no es perfecta más se acerca
a lo que yo simplemente soñé.
“El breve espacio”/ Pablo Milanés Julia. 27 años.


Soltera. Mantiene una relación desde hace 2 años con un hombre casado.




Soy una mujer muy apasionada, que ama intensamente, por eso el amor ha sido el motor de mi vida. Creo que el amor es libre, es pleno, se da de diferentes formas y etapas, por eso cada quien tiene su particular forma de amar. A mí el amor me ha hecho mejor persona, porque cuando amo hago todo lo posible por ser mejor.

Frecuentemente he vivido enamoramientos pasajeros, pero cuando en realidad amo, me aferro a esa persona y se convierte en mi mundo, giro alrededor de él; y eso ha provocado muchas veces que me lastimen. Aunque ahora estoy tratando de que este amor que estoy sintiendo no sea tan arrebatador, de conservar mi individualidad y no perderme en esa ola de romanticismo, de sueños e ilusiones. Estoy tratando de vivir un amor más real.

Las mujeres estamos educadas para ser tiernas, amorosas, para vivir en función del otro. A veces hasta tendemos a ser como las mamás de ellos. Nos enseñan a ser amorosas pero no a amarnos a nosotras mismas, a experimentar con nuestro cuerpo, a tocarnos, hay muchos tabúes al respecto. Te dicen: está bien que ames a tu pareja pero no se lo demuestres entregándole tu cuerpo o tocándolo, viéndolo. Eso hace que sea tan difícil poder expresarte sexualmente con tu pareja, más si es extramarital, porque sientes culpas. Recuerdas que te enseñaron que debes amar a alguien que sea soltero y, de preferencia, con todas las virtudes de papá.

Mi pareja tiene un compromiso con otra persona, y aunque tengo la certeza de que es eso, un compromiso, me ha provocado culpas que, claro, he ido erradicando con el tiempo; pero es muy difícil porque a la cama te llevas a todos: a tu mamá, a tu papá, hasta a tus amigos, que no dejan de opinar, de juzgarte. Si una mujer decide ser libre con su cuerpo, practicar libremente su sexualidad, es rechazada, señalada, incluso por nosotras mismas, aun cuando sea con y por amor.

Como no puedo expresar mi amor espontánea y libremente, lo hago a través de la escritura. No me canso de escribirle, aunque también tengo otros detalles que tienen que ser demasiado disimulados, demasiado sutiles para no agredir, no comprometerlo. Soy muy expresiva y me cuesta mucho ocultar mis sentimientos, frente a él mi mirada cambia, siento todo diferente. Algunas veces le digo que me gusta como se ve ese día, lo escucho y, si puedo, le robo un beso o el simple roce de sus manos en las mías. Con una mirada o con una sonrisa le digo te quiero, pero no es suficiente.

No es cierto que la esposa lleve la peor parte, porque si bien es cierto que ella tiene obligaciones, también puede salir con él sin tener que estarse cuidando y puede manifestarle su amor en cualquier momento y lugar. En cambio para las que estamos de este lado, no es fácil tener que esperar el tiempo que él pueda estar contigo, tener que esperar a estar solos para decirle te quiero, para tomarle la mano o abrazarlo y besarlo. A veces le quieres decir quiero estar contigo hoy y sabes que no puede ser, entonces experimentas mucha soledad. Muchos y muchas piensan que se es la otra por comodidad, porque no quieres responsabilidades, ni hijos, ni lavar y planchar su ropa y todo lo que tiene que ver con la casa; o porque, creen, sólo vives para el placer o porque quieres sacarle dinero, regalos, un coche, qué sé yo. Lo que no saben es que tú darías todo por amanecer junto a él aunque toda la noche no te haya dejado dormir con sus ronquidos, o prepararle el desayuno aunque la cocina no sea tu fuerte.

Cuando en verdad te enamoras de esa persona y, por lógica, no te puede corresponder de la misma manera, piensas, bueno, no me importa que conmigo esté sólo unos minutos, con eso basta; pero es un autoengaño porque en realidad quisieras estar todo el tiempo con él o simplemente compartir cosas cotidianas como lo que viste en el súper. De repente, en la noche, dices cómo no está aquí para comentarle esto que me pasó en mi trabajo o la sensación que me produjo tal canción, no, tienes que esperar hasta que puedas verlo y ya cuando lo ves, esa emoción o esa idea ya perdió intensidad o lo olvidas. De verdad, es muy difícil, sientes una gran tristeza y te dan celos sólo de imaginar que con ella comparte hasta la pasta de dientes. A veces tratas de olvidar que hay otra persona porque es muy doloroso.

No creo que la magia se rompería si viviéramos juntos, estoy consciente que él, al igual que yo, tiene defectos, tiene problemas, sin embargo, creo que cambiarían las cosas, pero no para mal. Si yo estoy en esta posición es porque lo amo y no lo conocí libre; claro, si yo tuviera la oportunidad de vivir con él, lo haría, pero no se puede; entonces acepto que esta es la única forma que tengo de amarlo, pero prefiero haber vivido esto con él a no haberlo conocido. El amor es así, no lo puedes evitar.

No me di cuenta en qué momento empezó a ser parte importante de mi vida, tan importante que ahora mi vida no la puedo concebir sin él, pero yo estaré ahí hasta que el tiempo lo diga. Mientras, trato de vivir este amor y de sentirlo y de demostrarlo como pueda o como se me ‘permita’ hacerlo y sin jurar amor eterno, sin decir lo quiero para mí, porque no somos propiedad de nadie. He aprendido, gracias a esto que el amor lo puedes encontrar en cualquier parte y persona.”

Publicado en El Heraldo de Chiapas, 1 y 2 de marzo del 2005.


Corazones Gitanos Parte tres


Parte Uno:
http://desmesuradas.blogspot.com/2009/03/corazones-gitanos-parte-uno.html


No te prometo amor eterno porque no puedo,
soy tripulante de una nube y aventurero,
un cazador de mariposas cuando te veo
y resumido en tres palabras: cuanto te quiero.

“Desde que llegaste”/Reyli Barba

Cristóbal. 33 años. Homosexual. Vive en unión libre con su compañero desde hace dos años.




“El amor es el motor de la vida, es lo que te impulsa para seguir adelante, que te entusiasma, que te hace sentir único.


Hace dos años, la empresa donde trabajo me ofreció una plaza en Guadalajara, eso implicaba un mejor puesto y un mejor salario, pero estaba enamorado. Le propuse a Álvaro que nos fuéramos juntos. Él me dijo que aceptaba vivir conmigo pero aquí, en Chiapas, él no quería dejar su trabajo y a su familia que, por supuesto, es mucho más tolerante que la mía. Desde entonces estamos juntos y no me arrepiento, ha valido la pena. Aunque a veces me gustaría que viviéramos en otro lugar.

En la intimidad de nuestro hogar encontramos el mundo ideal en el que manifestamos nuestro amor sin límites ni prejuicios, cosa que no podemos hacer en la calle, no podemos ir tomados de la mano, darnos un pequeño beso en cualquier café y mucho menos pensar en la posibilidad de unirnos ante las leyes. Hemos sido víctimas de menosprecios y burlas, al igual que otros amigos comunes, pero dentro de ese ambiente tan hostil que muchas veces encontramos, estamos conformes de habernos asumido. Sería peor, creo yo, fingir algo que no soy como muchos hombres lo hacen.

Soy romántico con mi pareja, cuido los detalles, respeto su espacio y sus ideas, lo impulso en sus proyectos, le doy mi punto de vista aunque no esté de acuerdo siempre con él. Estoy enamorado pero he sido infiel, sobre todo por vanidad, pues cuando logro conquistar a otra persona aumenta mi ego. Lo que cambiaría de mi relación es la inseguridad que a veces existe entre nosotros.”

Publicado en El Heraldo de Chiapas, 1 y 2 de marzo del 2005.

Corazones Gitanos Parte dos


Parte Uno:
http://desmesuradas.blogspot.com/2009/03/corazones-gitanos-parte-uno.html


Será que al dejarte sola,

cuando me encuentro ausente

tienes un amigo que ocupa tu vida,

que ocupa tu mente...

“Rumores” / Joan Sebastian


Emma. 42 años. Casada desde hace 16 años. Madre de 3 niñas.



“El amor es un sentimiento que te llena de vida, te ilusiona, te hace ser creativa. Me he enamorado dos veces, una fue el lado romántico de la adolescencia y la otra ya el amor maduro, real.

Tengo esposo, pero también he soñado con tener un amante. Llevo 16 años de casada y aunque amo a mi esposo, y sé que de alguna manera él también a mí, a veces siento que la magia se termina. No es que ya no quiera estar con él, no, es más bien que a veces falta algo más en mi vida, sentir el calor de otros brazos y despertar una verdadera pasión, como esas que encuentras en la literatura, que me haga sentir única y creer que aún puedo ser atractiva para alguien más. No estoy buscando sólo sexo con otra persona, estoy buscando algo que me llene de calor, de ilusión, creo que todas hemos soñado eso en algún momento. Y también, como los hombres, vamos en la calle y vemos un tipo que está bien, volteamos y pensamos: ¡guau, qué cuero!, me gustaría estar en la cama con él, a ver qué hace. O lo piensas de alguien que está cerca de ti, en el trabajo, en la escuela, con tus vecinos y de repente fantaseas, dices: ¡órale! Pero todo queda en eso, en fantasía.

Hubo por ahí una ilusión, pensé que había encontrado a alguien más pero en realidad no. Tal vez tuvo que ver la diferencia de edades, él es más joven que yo; quizá tuvo miedo, tal vez pensó que para qué se metía en broncas y de alguna manera lo entiendo, aunque en ese entonces me dolió. Me dolió que pusiera punto final a algo que todavía no empezaba. Ahora pienso que tuvo razón, para qué nos metíamos en broncas, finalmente tengo una pareja, mis hijas, un hogar y pues él tiene su libertad y su juventud.

En mi proyecto de vida no estaba contemplado vivir con alguien, sin embargo, cuando me enamoré de mi esposo dije “quiero todo con este chavo”; y todo significaba que quería su cuerpo, pero también ser parte de su vida. Quería vivir con él aunque para ello tuviera que dejar de lado mis deseos de irme a estudiar fuera del país, de conocer otros lugares, en fin, muchas cosas.

Al principio de la relación yo era hiperdetallista, le regalaba cosas, le escribía, le mandaba mensajes. Poco a poco fuimos perdiendo eso. Hemos tenido situaciones de crisis muy duras en la pareja y en esos momentos no hay detalle que valga, todo es negativo. Cuando superas esas crisis te acercas otra vez a tu pareja y tratas de complacerla; en mi caso trato de estar al día en los temas que a él le interesan para que podamos hablar y, aunque algunos no me gustan, por lo menos lo escucho. Me gusta hacer juegos eróticos. Trato de que nuestra relación sexual sea buena, que se sienta complacido. Le demuestro que lo quiero, y cuando estoy fastidiada, también.

Sí, quiero envejecer a su lado, pero él, que es más realista, me dice que no lo piense o lo idealice porque puede pasar o no. Tiene razón porque igual puedes encontrar a una tercera persona, de este lado o del otro y ahí se acaba, entonces es mejor no idealizar. No creo en el amor a primera vista, creo que el amor se construye, se va dando con la cotidianidad, la relación, la convivencia diaria.”

Publicado en El Heraldo de Chiapas, 1 y 2 de marzo 2005.

Corazones Gitanos Parte uno


Leticia Bárcenas/ Gabriela G. Barrios
Ilustraciones: Luis Villatoro


Al fondo el corazón tenía una herida, sufría,
sufría le dije que no es nada, más mentía, lloraba,
lloraba por ti, se ha hecho tarde, es ya noche
no me detengas, déjame ir
me dijo no mirarme en los ojos y me dejó cantando así:
Sin culpa estoy yo, gitano es mi corazón
cadenas rompió, es libre gitano y va...
va hasta encontrar el prado más verde que hay
recoge las estrellas sobre sí
y se detendrá quizás y se detendrá. La he visto tras un año la otra noche, reía, reía
besándome ella quiso que mi orgullo se fuera, se fuera
me dijo estemos juntos un poco, qué ganas de decirle que sí
pero sin más mirarle a los ojos, yo la dejé cantando así:
Sin culpa estoy yo...

“El corazón es un gitano”/Nicola Di Bari

A propósito del Día del Amor celebrado el 14 de febrero, en la calle, en los medios y especialmente en los comercios, se habló de la felicidad, de la importancia de los regalos, las tarjetas, las flores o las cenas a la luz de las velas con el ser amado. Pero después de esa fecha quién recuerda llenar de detalles a su pareja por el simple hecho de estar ahí. Es más, ¿dónde está el amor? ¿Es realmente esa persona con la que festejaste o está en alguna esquina o en algún otro país esperando encontrarte? ¿Acaso el verdadero amor es esa mujer que es la madre de tus hijos? ¿Será el amor de tu vida ese señor calvo que viaja a tu lado en esa destartalada combi? ¿Acaso está 8 horas al día, junto a la misma computadora en la que sueñas escribir cartas y no los reportes para el jefe? ¿O estará del otro lado de la pantalla, viajando en el ciberespacio para encontrarse contigo en algún momento de su vida? ¿O estará más allá de las montañas y el mar?

¿Y qué hay de aquellos amores imposibles, de los amantes clandestinos, del amor-dolor, del amor-obsesión, de los corazones rotos, de los corazones gitanos?



¿Qué es el amor?

Los poetas nos dan una visión romántica: “...traspasa al cuerpo deseado y busca al alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera.” (Octavio Paz, La llama doble); los científicos, por su parte, afirman que los centros de las emociones y los sentimientos están en el cerebro, capaz de liberar, por medio de su sistema límbico -conformado por las amígdalas cerebrales, los hipocampos y el hipotálamo-. los neurotransmisores que regulan los procesos emocionales (Alejandro Díaz Anzaldúa, La Jornada, 13/02/05).

Intentar definir un concepto tan complejo siempre conllevará el riesgo de caer en el reduccionismo, aunque podríamos decir que es una reacción emocional única e individual que se transforma con el paso del tiempo. Bajo estas circunstancias, la idealización del amor no tiene cabida, so pena de llevarse un fuerte desengaño, porque en el amor no todo es color de rosa.

Seis historias nos transportan a los caprichosos e insondables laberintos del amor.

No hay nada más difícil que vivir sin ti
Sufriendo en la espera de verte llegar,
El frío d emi cuerpo pregunta por ti
Y no sé dónde estás,
Si no te hubieras ido sería tan feliz
“Si no te hubieras ido”/ Marco Antonio Solís

Connie. 28 años. Soltera. Tuvo una relación de cinco años con un hombre casado. ¿Del amor? ¿Quieres que hable del amor? Pues, en este momento de mi vida, es confuso y complicado, no podría definirlo con una palabra porque puede ser libertad, armonía, dolor -de esos que se disfrutan- o simple silencio. Es como un juego de azar, en donde no sabes si vas a ganar o perder. Lo puedo comparar con un pedazo de tierra, con ese surco que cuidas, rastreas, siembras, es algo fértil.

El que los enamorados estén juntos es mágico. El juego de una mirada lleva magia, el escuchar un tono de voz lleva magia, el sentir un olor es magia. Te puedes involucrar con esa persona porque lleva esa magia, esa chispita de algo bonito. Por lo tanto no creo que se elija a quién amar, no es un acto razonado. Si así fuera no cometeríamos tantas estupideces, si fuera algo tan racional como elegir unos zapatos o un pantalón, sería genial.

Me he sentido enamorada dos veces, pero cada una ha sido tan diferente. Me enamoré por primera vez de un hombre a los 19 años, sentía que estaba en esa esfera que cubre el amor, en ese sueño de color de rosa, donde él es todo; al primer amor le entregas todo. Mi segundo amor, por el cual acabo de pasar, fue un rollo rudo, complicado, más real, en él no existían ni los sueños ni las hadas; la relación fue muy rígida, brusca, como una obra negra.

Pero ¿dónde está el amor hacia ti misma?, ¿dónde está el amor a tu familia?, ¿dónde está el amor a las cosas materiales, a la naturaleza? Todo eso inspira amor aunque sólo enfrascamos el rollo del amor en un hombre, y si estás mal ahí, todo nuestro entorno está mal.

Te enamoras, te apasionas y vives sensaciones totalmente diferentes, vas experimentando otras cosas que te van sirviendo para las experiencias que vienen adelante. Aunque, como dicen, el ser humano es el único animal que se tropieza con la misma piedra, no una, sino ¡un chingo de veces!

Hace poco me dijeron una frase: “lo que empieza como juego termina como fuego y te quemas”; me llevé una ardida y una quemada. Él llamó mi atención el primer día que lo vi, no sabía ni su nombre ni qué madres estaba haciendo ahí; incluso ni yo sabía que estaba haciendo ahí. Lo vi y lo primero que pensé fue: este hombre se me hace que es un bestia en la cama; su voz, su facha, la pinta del hombre me llamó mucho la atención.

Todo empezó como un juego, en el cual me sentía muy segura y dije “no pasa nada”, pero cuando vine a ver estaba metida hasta las patas. Ese juego se convirtió en la necesidad de verlo, de hablar con él, de discutir, porque si me podía patear todos los días con ese cabrón yo me pateaba todos los días; era una forma tan chingona de amar. Hay tantas manifestaciones y formas de decir te amo, no sólo con un te quiero o un abrazo.

Yo tenía novio, pero ya no me llenaba igual, empecé a verle miles de defectos y quería pasar más tiempo con la otra persona. Me di cuenta que realmente estaba enamorada cuando empecé a sustituir la presencia de mi novio por la del “bestia” que llamó toda mi atención, y me fui metiendo cada vez más; era una necesidad de estar con él, de verlo, escucharlo, sentirlo. Es cuando dije: ¡ay, güey! no soy tan chingona como creía, ¿no que no pasaba nada?

Él tenía un compromiso, yo tenía un compromiso. Él era una persona casada, con hijos. Me decía de que la relación con su pareja ya no era la misma. De algo estoy muy segura, yo no llegué a destruir nada. Cuando tú buscas y te corresponden, es porque algo anda mal. Te puedo decir que con mi novio ya había cosas malas, no era la misma miel que se derramaba ni la misma estabilidad, es cuando empecé a voltear a otros lados y dije quiero ver, probar y pues ahí me fui.

Al principio tuve miedo, pero me repetía “no pasa nada”, me sentía muy segura, muy chicha de que tenía toda la habilidad del mundo para decir hasta cuándo. Pero aún así me daba miedo porque yo, como muchas mujeres, me llené de culpas que no eran mías, cargas con la familia, te sientes parte de ellos, te olvidas de que el rollo eran tú y él y lo demás son cosas que no te pertenecen. Es miedo, angustia, te causa dolor por querer ser su salvadora para que no le pase nada, de cubrir o de engañar. Se siente un miedo de la fregada.

Los sueños y la mente no tienen limite, la mente te lleva hasta los rincones y situaciones más fregonas de la vida. Si de algo estoy satisfecha y consciente es que yo no llegué a destruir nada. Había un doble discurso por parte de él, me decía “no pasa nada, ya no tengo que ver con ella, tú eres la chingona, tú eres la chida”; me la fui creyendo. Empecé a compararme.

Llega un momento en que tú le apuestas todo y dices: va. Le aposté y fui con todo sin importarme la cuestión social, lo que me podían decir en casa, sin importarme nada.

Tienes esperanza porque amas, o sea, tú estás amando, tu amor es neta, tu amor es entrega; te vale madre todo con tal de estar con esa persona y como tienes ese rollo de “va porque va”, llega un momento en que dices: algún día este cabrón va a estar conmigo, sueñas levantarte o dormir con ese tipo, compartir tu vida, olerse todos los olores y ver todos los defectos y lo que puedas saber, pero el hecho es que él esté contigo. Ese era un sueño permanente, que él estuviera conmigo, de la forma que fuera; casado, juntadito o pegadito, eso era lo de menos, pero que estuviera conmigo.

Vivía a su tiempo y a su ritmo de vida, él me marcaba el compás que tenía que tocar, él llevaba el ritmo de mi vida, me acoplaba al tiempo que él tuviera. Si yo decía hoy vamos a comer y él me decía que tenía que ver a sus hijos o que tenía otras cosas que hacer, lo justificaba, yo tenía toda la disposición del mundo y él no. Llegué al extremo de que si tenía cita con una amiga y si él de repente me pedía que lo acompañara a algún lado o me invitaba al cine o un café o a donde se le ocurriera, cancelaba con el pretexto más idiota. Lo dejaba todo por irme con él. Él regía mi tiempo y mi ser, incluso compartíamos el mismo espacio de trabajo.

¿Si me cansé de esperar? Sí, me cansé y llegué a un momento en que le dije: ella o yo. No fui yo, pero probablemente la ilusión permanece aunque no es tan fuerte como antes; queda una esperanza y muchos porqués. No sé si la mujer será más visceral, más apasionada o tiene mucha fe en que las cosas se pueden hacer, que no es tan complicado, pero te cansas; aunque cuando estás adentro de ese rollo, cuando estás clavada no importa la espera, no cierras el círculo quizá porque duele o por el simple hecho de pensar en lo que pudo haber sido y no fue.

Por tratar de escapar hasta renuncié a mi trabajo, fue una determinación muy complicada que en su momento me pareció la mejor solución para cortar de tajo y no volverlo a ver, aunque después cometiera la estupidez de tener contacto y relaciones con él.

Sé muy bien que ahora no volvería, sin embargo me cuesta aceptar que después de todo lo que di no haya funcionado, que he perdido. Hay muchas cosas en la atmósfera que no asimilo bien, sé que con el tiempo iré pisando, enterrando los recuerdos y aceptando la situación en la que estoy, pero pienso que pudo haber sido genial, es muy difícil aceptar que pierdes. Esa relación duró más de 5 años y parece que fue una eternidad, porque cómo duele el desgraciado. En este momento me encuentro en una situación de reconstrucción, de renovación como mujer. Estoy enamorada de las nuevas oportunidades, estoy aprendiendo a enamorarme, o más bien, estoy recordando que estoy enamorada de mí misma, que estoy enamorada del aire, de la grandeza que tengo, de que estoy completa, sana y de que tengo tantas cosas como la luna, el viento, las estrellas, la lluvia. Tengo a mi mamá, mis amigos, un trabajo, tengo muchas cosas para estar enamorada, aunque en la cuestión del hombre, no.

Publicado en El Heraldo de Chiapas en dos partes, 1 y 2 de marzo del 2005.