martes, 16 de junio de 2009

Éste es un amor que tuvo su origen


Éste es un amor que tuvo su origen
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.

Un amor bien nacido de ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos
y a cuerpo húmedo,
un amor que no tiene remedio, ni salvación,
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.

Éste es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe
por qué llega el amor y luego las manos
—esas terribles manos delgadas como el pensamiento—
se entrelazan y un suave sudor de —otra vez— miedo,
brilla como las perlas abandonadas
y sigue brillando aun cuando el beso, los besos,
los miles y millones de besos se parecen al fuego
y se parecen a la derrota y al triunfo
y a todo lo que parece poesía —y es poesía.

Ésta es la historia de un amor con oscuros y tiernos orígenes:
vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel llena de gracia
y me sumergía en sus ojos en llamas
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado
y entonces me olvidaba de mi nombre
y del maldito nombre de las cosas y de las flores
y quería gritar y gritarle al lado que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma de la mano.
Y yo veía que todo estaba en sus ojos —otra vez ese mar—,
ese mal, esa peligrosa bondad,
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta los hombros,
hasta el alma y hasta los mustios labios.
Ya lo saben sus ojos y ya lo sabe el espléndido metal de sus muslos,
ya lo saben las fotografías y las calles
y ya lo saben las palabras —y las palabras y las calles y las fotografías
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos el alma
y no llorar de amor.
Efraín Huerta

3 comentarios:

  1. gracias por pueblicar este porema e smi favorita... la verdad la primera vez que lo lei fue hace como 13 o 14 años, y desde entonces me encanto y lo tenia notado en una libreta porque la verdd no recuerdo donde lo lei y me quede prendida de el... y hoy que lo encontre de nuevo lo voy a conservar. de nuevo gracias, los otros poemas publicdos tambien estan hermsoos

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  2. Estimada anónima:

    Efraín Huerta fue un periodista comprometido y un poeta apasionado, considerado un rebelde no sólo por la temática social que aborda en su quehacer poético sino por romper con los moldes literarios y utilizar técnicas vanguardistas. El poeta de la ruptura le llegaron a nombrar. Los temas centrales de su poesía son el amor, la soledad, la muerte y la vida pero también la injusticia social, la discriminación racial, la música de los negros y la ciudad de México. Formó parte de la generación conocida como Taller, junto con Octavio Paz y Rafael Solana.

    Es un gusto para nosotras que el poema publicado forme parte de sus afectos literarios y agradecemos el tiempo dedicado a leer lo que publicamos.

    Reciba nuestro abrazo solidario.

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  3. Estraordinario este poema , uno de los mejores entre los miles leídos.

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