lunes, 12 de octubre de 2009

¿A dónde se van los días que pasan?




Como tiernas babosas de la campiña,
ella y él se enroscaron humedamente
y él dejó de ser hombre, como ella niña,
para ser uno sólo completamente.

Desde todos los puntos que los juntaban
se saborearon tanto y con tal delicia
que las horas de vida que les quedaban
decidieron pasarlas en la caricia.

A menos de un suspiro del tibio abrazo
el resto de la historia se debatía
en átomos, galaxias y otros acasos
que encontraron certeza justo aquel día.

Y se hicieron leyenda los dos amantes,
enroscados eterna y humedamente.
Nada pudo tocarlos detrás de guantes.
Sólo pueden saberlo los igualmente.

Leyenda de los dos amantes / Silvio Rodríguez


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