jueves, 13 de agosto de 2009

Nunca he usado la cámara estenopeica con el propósito de lograr una obra de arte: Carlos Jurado



El artista plástico Carlos Jurado Delmar presentó hoy, en la Galería Universitaria de la Unicach, su libro “El arte de la aprehensión de las imágenes y el unicornio”

Por Gabriela G. Barrios García/ Leticia Bárcenas González
Fotos: Édgar Hernández Ramírez

PERFIL
Lugar de nacimiento: San Cristóbal de Las Casas, Chiapas
Fecha de nacimiento: 3 de noviembre de 1927
Número de hermanos: Una de padre y madre y dos medios hermanos, ya todos muertos.
Estado civil: Casado
Número de hijos: Cinco
Número de nietos: Siete, aproximadamente. Risas.
Número de bisnietos: Dos, un varoncito y una mujercita, pero de nietas diferentes.
Estudios: Primaria, prevocacional y pintura
Pasatiempos: Trabajar, pintar.
Película: Son muchas, no tengo una sola. Me gusta el cine alemán.
Comida preferida: Lo que más me gusta es la sopa de fideo y cuando reencuentro los tamales de mole chiapanecos, me encantan.
Rituales: No tengo. Soy, en todos los sentidos, libre pensador.

El artista plástico Carlos Jurado Delmar regresa a Chiapas, su tierra natal, para presentar la tercera edición del libro El arte de la aprehensión de las Imágenes y el Unicornio, obra de culto que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) editó por primera vez hace 30 años, “el historiador y critico de arte José Antonio Rodríguez, dice que es el libro más fotocopiado de México. Yo no tengo el libro original porque los que tuve en mis manos, creyendo que me iban a dar más, los regalé.”

En este libro, el pintor de profesión y fotógrafo por curiosidad, escribe sobre la forma de obtener fotografías a través de una cámara de cartón, con la ayuda imprescindible de un cono llamado unicornio. “Es tan simple, cualquier objeto que pueda aislarse de la luz, como una caja de zapatos, es una buena cámara.”

Sonríe y sus ojos azules se iluminan al recordar cómo inició esta etapa de su trabajo artístico “Empecé a hacer ese tipo de fotografías por casualidad; tengo una hija, que en los años setentas era muy pequeña y estudiaba en una escuela activa, un día llegó diciéndome que le habían dejado como objetivo de investigación descubrir cómo se transmite y se proyecta la luz en una caja oscura, entonces hicimos una cajita para probar, es una cosa muy antigua, por curiosidad le pusimos una película fotográfica, yo tenía un antecedente mas o menos primitivo de cómo se revelaba con la película, lo hicimos, me gustó el resultado, así empecé a hacer esto. Eso fue lo que me inició, la curiosidad infantil de mi hija.”.

Al igual que los niños, Carlos Jurado experimenta, crea, hace magia. “Aparentemente es sencillo pero hay una serie de factores que intervienen, hay leyes físicas muy estrictas. En la cámara tradicional, como dice mi hija: la de verdad, el fotógrafo es el que manipula la cámara, sabe exactamente que es lo que quiere, lo que toma, porque tiene un visor que le permite encuadrar exactamente el ángulo que él desee, en la cámara estenopeica es al revés, el estenopo (pequeña perforación que sustituye al lente, por el cual penetra la imagen) lo maneja a uno porque no se sabe exactamente qué va a ver, puede tener una aproximación pero no hay una exactitud. Este tipo de trabajo le permite a uno tener un índice interesante de búsqueda, de experimentación y de resultados creativos porque por razones físicas el estenopo le da ángulos y atmósferas que no son comunes. Hay algo un poco misterioso en las imágenes estenopeicas.”

MAGIA Y ALQUIMIA
Este aprendiz de alquimista, como se considera, cree en la magia y en los unicornios. “¡Por supuesto que creo en los unicornios! Lo malo es que mucha gente no los quiere ver y los tiene enfrente.” Sin embargo, dice tenerle respeto a la tecnología y no sentir curiosidad por usar una cámara digital “admiro la tecnología, creo que es inherente al momento que estamos viviendo. Tengo amigos que dejaron la fotografía analógica y me preguntan ¿todavía usas charolitas? Les digo: todavía, todavía.” Reímos y en seguida él agrega que tampoco necesita un teléfono celular. “La gente está abusando del celular y está perdiendo libertad, todo mundo sabe donde están, y que están haciendo. No quiero usar un celular en mi vida. También tengo una computadora pero está ya muy vieja, la uso solamente porque no me queda más remedio, para recibir y enviar mensajes, estoy obligado a hacerlo.”

Considera que en el proceso creativo lo más importante es la disciplina, el tesón y la constancia. “El proceso creativo es muy exigente, en la pintura es más evidente porque en ella se requieren factores que en la fotografía no existen de manera tan precisa. La fotografía parte de algo que ya existe, un objeto que puede manejar de diferentes maneras y quién sabe cómo vaya a salir, pero la pintura surge de cero, de algo blanco, de la nada.” Al respecto hace hincapié en que él no trabaja con temas específicos, va buscando lo que le interesa, sin tener un objetivo preciso o un tema específico al cual esté recurriendo. “Nunca he usado la cámara estenopeica con el propósito de lograr una obra de arte, salen a veces pero no porque sea la intención que yo tengo.”.

“He hecho experimentaciones de muchas técnicas, infinitas experimentaciones y para probar que me salen o no voy a donde está más cerca el motivo; subo a la azotea, coloco objetos, fotografío, bajo, hago el experimento, veo qué pasa, pero no lo hago con la intención de lograr algo artístico.”

Habla con pasión y sus manos parecen hablar con él. “Cuando empecé a hacer las cámaras estenopeicas, de manera caprichosa me di a la tarea de tratar de demostrar que cualquier cosa se puede hacer con ellas, hasta cine. Me dijeron que eso no era posible, entonces hice una cámara para hacer películas. Hice una filmación como de cien pies de película con tres temas. Esa vez lo que tenía más cerca era mi mujer y la azotea de la casa, le dije ‘hazte un streeptease, ¿no?’ ¡Quedó muy simpático! También hice un mercado y me fui a la calle a tomar lo que pasaba, fue muy interesante porque aparecía un camión y desaparecía, aparecía otro y desaparecía. De broma titulé al cortito Cine antes del cine.”

Carlos Jurado es fundador de la primera escuela de fotografía en Veracruz y considera que su mirada como fotógrafo y como pintor son diferentes aunque ambas provengan de él, por eso no existe ninguna relación entre su trabajo fotográfico y plástico.

“No soy fotógrafo realmente en la acepción tradicional, utilizo este medio como una extensión de mi trabajo artístico, es una forma de comunicar, si alguna persona le dice algo de lo que he hecho, siento que he cumplido mi objetivo, aunque sea una sola persona, eso me gusta y me hace sentir bien, como que no perdí mi tiempo”.


Nos comparte una de sus innumerables anécdotas, tantas como el número de cajas que ha construido en ese ejercicio: “en una ocasión hice con un tubo largo una cámara telefoto, le puse una especie de visor y salí a la calle, en la estación del metro Chapultepec, un policía pensó que era un arma y me quiso llevar a la cárcel y entonces le dije es de cartón, tuve que abrirla y sacar la película."



EL TERRUÑO
Merecedor del Premio Chiapas, la Universidad Veracruzana le otorgó el Doctorado Honorario y el Instituto Nacional de Antropología el Reconocimiento al mérito fotográfico y la medalla INAH, sin embargo, con voz serena dice no creer merecer muchas de las cosas que le han ocurrido “y no se lo digo para que me diga, sí, sí. Lo siento de verdad. A veces me avergüenza que me den un mérito que no siento tener.” Pintor de gran trayectoria, en los años cincuenta, Carlos Jurado pintó su primer mural en San Cristóbal de Las Casas, en la Escuela de Derecho, ahora Facultad, después de unos años le pidieron otros, los cuáles son el resultado de su año sabático en la Universidad de Veracruz, “el que pinté en los años cincuenta está impecable y de los más recientes hay unos que ya están un poco deteriorados, por lo que volveré para restaurarlos, estoy contento por eso y un poco confundido; aproveché este viaje para darme una vuelta y ver cómo estaban las cosas por allá en el terruño. Chiapas es un lugar entrañable para mí”.

Cuando le preguntamos sobre cómo ve a su entidad cada vez que regresa comentó después de un profundo suspiro: “Hay muchos cambios que no me gustan, por ejemplo en San Cristóbal creo que los cambios que han ocurrido son negativos, pero es una ciudad tan magnifica que de todos modos resiste cualquier cosa, siento que ha sido muy dañada urbanísticamente, no han sabido conservarla como debería de ser, se ha extendido en extremo.

“Hay barrios ya muy feos por todos lados y no era así. Claro uno no puede esperar que las cosas queden petrificadas, somos ya muchos y vamos depredando lo que encontramos, no estamos acostumbrados a construir sino somos
depredadores por naturaleza pero independientemente de todo eso San Cristóbal es una ciudad muy hermosa todavía, tiene algo de misterio.

“Tuxtla se ha modernizado, es una gran ciudad ahora. Recuerdo que hace muchos años cuando trabajé en el Instituto Nacional Indigenista, acá (en Tuxtla) había un centro coordinador, trabajamos varias personas, entre ellas Rosario Castellanos; recuerdo que a veces veníamos a distraernos y la distracción era venir a tomar tascalate y era chiquito, ahora hasta miedo da.”.

EL COMPROMISO
Este hombre que lleva consigo el mar en el nombre, en sus ojos y en sus recuerdos más entrañables, nos comparte que le entusiasman muchas cosas, entre ellas ver a sus hijos, nietos y bisnietos; le asombran los niños, le gusta la gente y especialmente las muchachas bonitas, aclara: “nada más por estética”.

La gente cree que alguien que crea algo tiene objetivos específicos, un plan, él dice no tenerlos, lo que sí tiene muy cierto es su compromiso consigo mismo. “Tengo una forma de expresión en mi vida, soy una persona que ha sido de izquierda y he hecho compromisos muy fuertes ante ese concepto pero nunca en mi trabajo plástico lo he reflejado, he separado, un trabajo plástico puede volverse panfleto
y a nadie le sirve el panfleto, para mi punto de vista me sirve más la actitud humana que un panfleto.”.

Convincente nos comenta que le produce asombro que “los mexicanos aguantemos tanto, tanta injusticia y no hagamos nada” y afirma que ya es muy viejo para tener miedo “ya no le temo ni al coco”. Ríe y con esa imagen en nuestra mente nos despedimos de él.



EN CORTO
Caja: Mi cámara fotográfica

Unicornio: Caballo al que es posible ponerle un cuerno de cartón

Papel: De China

Luz: Metal

Cartón: Corriente

Agujero: Negro

Misterio: Mujer

Tiempo: Universo, espacio.

Estenopo: Chiquitito

Gelatina: La que recubre la placa fotográfica

Pincel: Color

Mural: Espacio

*Entrevista publicada en el diario El Heraldo de Chiapas, 13 agosto 2009.










Audio de la presentación del libro,

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