jueves, 26 de agosto de 2010

HOMENAJE LUCTUOSO: Entrevista con Fernando Alegría Ramírez (FAR)


“Ya se me está queriendo amampar el alma”



Por Leticia Bárcenas González
Fotos: Martín Barrios

Identificado por su estilo peculiar de dar la nota roja, Fernando Alegría Ramírez, mejor conocido como FAR, es un hombre alegre, positivo y muy orgulloso de su origen zoque. Confiesa que, a sus casi setenta años, cree estar a punto de cerrar su ciclo vital. Sin embargo, él, que ha dado a conocer innumerables casos de accidentes y decesos, no le gustaría que su muerte fuera registrada en algún periódico. La razón es que si su encuentro con la huesuda se diera mientras disfruta su comida favorita, correría el riesgo de que se escribiera: al FAR “lo mató una nuca de jolote”. Alegría no es sólo su apellido, él es una representación de ella. Una charla con “el FAR” no tiene desperdicio.

–El sello FAR en la información policiaca es inconfundible. ¿Qué lo lleva a contar las historias de la forma en que lo hace?
Comencé en la nota roja desde 1968, hasta ahorita; como decimos, ya llovió, pero aún seguimos en pie de lucha. Me decía don Gervasio: ya nunca vas a dejar de escribir, hijo, vas a querer dejar y no vas a poder, la misma máquina te va a llamar, y es cierto.

–¿Se considera heredero de las enseñanzas de Gervasio Grajales?
No mucho, pero sí le agradezco algo de lo que él me enseñó y que Dios me iluminó para acertar. Hasta ahorita vamos sin tropiezo, gracias a Dios.

–¿Por qué cuenta las historias en esa forma tan, digamos, “cómica”?
¿Eso de que le partió la cabeza, le quebró el hueso, la canilla? Las frases que utilizo en todos mis artículos de nota roja y en todas mis notas para la radio y en todas mis participaciones en público, las hago con términos tuxtlecos, porque esos términos entendemos. La gente a quien yo le escribo no entiende términos sociales y menos términos médicos, por eso, cuando hay un muerto y voy por los datos y me dice el médico o el socorrista: lo encontramos de cúbito ventral, yo entiendo qué es cúbito ventral pero el que me lo va a oír o leer no sabe qué es, entonces yo le digo cómo es: embrocado. Por eso le digo “El cadáver estaba embrocado como Gabino Barrera” porque, según el corrido, Gabino Barrera cayó embrocado como besando la tierra. Pero para escribir todo eso a conciencia, creo que se debe a que anduve mucho tiempo paseando, cuando era bohemio, porque yo era de cantina; ahorita ya no bebo pero cuando era joven tomé desde los 14 hasta la edad de 38 años. Y ese trayecto también me enseñó mucha experiencia.

–O sea que a usted, ya no se le atraviesa ningún Tucán.
No, no se me puede atravesar un Tucán y menos una de etiqueta roja porque ya está más cara.

–Entonces ¿ya se le “amampó” el alma?
Ya se me está queriendo amampar el alma.

Después de reír por la sorpresa de la pregunta, don Fernando retoma el tema y dice que antes de escribir se fija si su forma de decir las cosas está acorde con la información que va a manejar, busca incluso alguna frase de una canción, que le ayude a reforzar la imagen que quiere proyectar. “Por ejemplo, cuando les digo: fue encontrado, no tenía donde vivir, dormía en la banqueta, entonces puedo decir: como dijera Cuco Sánchez ‘el cielo tengo por techo y no más el sol por cobija’, y ahí va”. Aclara que “ya no es fuerza” que vaya a ver el cadáver, pues para él es suficiente con que le digan cómo está el cuerpo y dónde tiene el proyectil, porque con esa información y su experiencia de tantos años en el asunto, ya sabe dónde se paró el bandido, cómo salió el tiro y cómo cayó el occiso. “Ese para caer tatarateó, y si hay rastros por ahí de sangre en la pared, seguro cayó de boca.”

–A parte de la Cruz Roja y el Ministerio Público, ¿qué otras vías tiene para obtener su información?
El Seguro [Social], el ISSSTE. A veces me dicen hay un muertito en el ISSSTE, me voy rápido y entrevisto a la familia. En el hospital encuentro unos cuadros terribles: corriendo sangre al paciente, la mamá o la mujer llorando a un lado, que no tiene ni un quinto, que va a ir para su pueblo, que no sabe qué hacer, entonces ahí se ve el dolor humano; ya no la interrogo tocante a lo que quiero saber, sino que mejor platico con ella, le digo ya comió usted algo, que no, le digo ahorita vengo, le traigo un cafecito, lo que sea, y en ese momento me comienza a platicar: que mi hijo fulano de tal está aquí, le metieron un balazo, se lo dio mi compadre, y ahí voy tomado los datos.

–Los protagonistas de sus historias le reclaman o lo felicitan por publicar sus casos.
No hay ningún reclamo, inclusive algunos me dicen fijate que le pasó esto a fulano de tal, [yo les digo] pero ya lo dijeron los demás periódicos, [me responden] pero me gusta que lo digás vos, decilo, y ahí lo digo. Les gusta, yo no sé, yo no sé qué es que les gusta pero en la frecuencia de radio donde estoy me busca la gente, que dónde estaba, ah, ya lo encontramos.

–¿Y en dónde está?
Estoy con el licenciado Mario Tassias Aquino en ORM Noticias, en la UE. Detrás de Kaliman voy yo.

–O sea que serenidad y paciencia…
Sí, y mire que ya tiene varios tiempos que yo nací. Nací aquí, en el barrio de La Lomita. Algún presidente quiso volarse la barda pero confundió los barrios, aquí le puso el barrio del Cerrito y aquí no es. Aquí comenzaba La Lomita hace setenta años. ¡Una loma tremenda! Un cerro era.

El rostro del señor Alegría demuestra la emoción que le produce recordar el lugar en el que nació y creció, al lado de sus padres y sus nueve hermanos. La casa en la que jugó y escuchó a su padre platicar en lengua zoque, con el boticario de la esquina. El olor de la chincuya, de la anona, del mezquite, frutos que se daban en el patio familiar.

–¿Por qué no publica fotos de sus notas?
En primer lugar porque no quiero andar cámara... Ahí voy a andar con la camarita, no, no. Si hay alguna foto que me la den a la buena, ahí está para publicarla, pero de que yo ande ahí [con cámara], no. No uso ni libreta para tomar datos. Dice una persona por ahí, que sabe: “El único que no usa libreta todo el tiempo, es el FAR. Ni en los discursos ni nada. Lo está oyendo el discurso y al otro día lo está publicando tal como lo dicen.” A veces decía don Gervasio: “Y el discurso fue tomado por la televisión, copiado por FAR”. Porque lo copiaba yo así, pues, ligero, [con] unos signos que Dios me hizo que yo los inventara y sólo yo los entiendo; es más rápido que la taquigrafía pero solamente yo sé qué quiere decir ahí. [Cuando los ve dice] ¿A ver, qué será que puse aquí? Los voy siguiendo y digo, quiere decir Lourdes, por ejemplo.

–¿Usted estudió alguna profesión?
Pues nada más sexto año de primaria, secundaria en el ICACH y un cuarto año de Normal; ahí [se] truncó mi carrera porque ya me absorbió la cantina. ¡Ja! Yo por eso tengo experiencia para decirles esas cosas: te vas a llegar a titular pero si dejás de beber, si no la cantina te va absorber y te va a desbaratar, y ahí vas a quedar tirado, ya no vas a ser útil.

–¿Los errores de sintaxis y ortográficos son parte de su estilo o son ajenos a su voluntad?
Están dentro de mi estilo. Yo llevo eso que me decía el profesor Gaspar Jiménez: sintaxis y todo eso es bueno, pero lo importante es que comprenda el lector, a lo mejor no lo sabe interpretar, entonces hay que irle diciendo. Yo le doy gracias a Dios que ninguna sugerencia rechazo, todo lo acepto; hasta a los estudiantes de Cobach que me dicen tal cosa, [les respondo] voy a analizarlo, a ver quién es, si es así como dicen. Porque nunca hay que despreciar ni desechar lo que uno no conoce, primero hay que conocer para decir eso no sirve, ¿verdad? Yo soy de esos.

–¿La muerte le causa risa o miedo?
Pues, la muerte no me causa ni risa ni miedo, la veo como una cosa natural que tiene que registrarse.. Y no es motivo para llorar, es motivo de alegría porque la muerte lo saca a usted de un apuro. Es un alivio, por ejemplo, si tiene una enfermedad incurable, la familia no le quiere dar veneno ni le quiere dar un balazo, solamente la muerte va y lo saca del apuro. Cuando pasa uno a otra dimensión ya está uno más tranquilo. Una vez estaba muriendo de una cruda, tomé nada más noventa días cuando murió el maestro Agustín Lara, yo y don Gervasio, no sé, pues sentíamos mucho la muerte, pero no, no era eso, era por beber. Entonces, yo, en mi cruda ¡de noventa días! Los muchachos [de hoy] con una noche que se emborrachen, ¡María Santísima!, ya se están muriendo, digo ésos no aguantan, no. Entonces -suspira y continúa- la muerte ya. Yo quería morirme. ¡Y llegó la muerte! Me miró y le dije: ya, sacame ya; se me quedó mirando, se rió y me dijo: no. Se dio la vuelta y se fue, y me dejó otra vez en el purgatorio.

–¿Y cómo fue que dejó de beber?
Porque comprendí que el alcoholismo destruye y acaba. El alcoholismo acaba la salud, el talento, la sociología y todo eso... lo social, lo cultural. Para el alcoholismo no hay barrera que lo vaya a detener; entonces aprendí, y sé, que es una enfermedad progresiva e incurable. Desde entonces dejé de beber y comencé a trabajar con mis amigos y compañeros borrachos. Esa es la tarea que llevo ya treinta y dos años [realizando].

–¿El periodismo le da para vivir?
Pues para comer sí. Para vivir todo trabajo da, ahora, para presumir no. Porque hay que comprender las cosas, para presumir que esto y que lo otro, solamente que yo sea priista de primer orden. Pero de vender periódico y reportajes no, no va a dar, así escriba uno de nueva cuenta la Biblia. Da para la comida y para los niños y hasta ahí. ¡Si te enfermás, pues tomá tu té de canela!

–¿Qué otras actividades realiza?
Hago grabaciones de negocios, hago mi boletín, mi periódico; llego a repartir mi periódico, llego a despachar, llego a una tortillería a levantar masa, a levantar peroles, y ahí estoy ganando.

–¿Cómo combina eso con su trabajo en el periódico?
Todo se puede hacer, corriendo siempre. Todo. Es que no puede decir uno: ay, es que no tengo tiempo, es que estoy aquí, estoy muy ocupado... Eso dice la gente que no sabe vivir, pero el que sabe vivir se va a acoplar, va a decir: hasta ahí puedo. Como yo les digo, de ocho a diez de la noche ni hablen por teléfono porque no voy a contestar, estoy en el grupo [Alcohólicos Anónimos]. Si mataron a un obispo, después voy a ir a traer los datos, ya no va a huir, ya lo mataron, gracias a Dios ya está muerto, ya no huye. Ahora, si es un delincuente que lo tienen detenido, ahí sí se puede pelar porque les da [a las autoridades] un billete de a quinientos y el policía lo suelta, no es tampoco que tenga mucha fuerza el reo y se jaloneó, mentira, el policía se ablandó con un billetote, porque “un Cuahtémoc” ablanda más que el sebo.

–¿Hasta la muerte con el Es!?
Sí. Me hablaron muchos periódicos y me siguen hablando para escribir. Pero digo: no, yo soy del Es! El pueblo le dice al chamaco [repartidor], dame un periódico de FAR, no dicen el Es! Un periódico de FAR. Sí, aquí está; los chamaquitos ya saben que es el Es!
Están los canasteros ahí en el Calvario y cuando paso me gritan ¡Don FAR, don FAR! Órale, pura chusma. Me bajo de mi carro y les digo ¡Qué tal! Ya quieren su periódico, ahí hay uno. Gracias don FAR. ¡Véngase a tomar un arroz con leche! Por eso cuando alguien me busca, los vecinos le dicen: sí, pero a don FAR no lo va usted a encontrar, él está en la calle, comiendo con los cargadores, con los estibadores. Esa es la gente. Y mire, toda esa gente enseña, le enseña a hablar y hasta le enseña a usted qué pasó y dónde está el cliente, todo. Pero si se va usted a mostrar bronca como la suegra que levanta pesas y le gusta el box, no le dicen nada. Yo me refiero a la suegra de la canción que dice: sabe herrería y sabe mecánica, levanta pesas y le gusta el box; luego luego se nota que es una camotuda y si se me acerca me retiro, pues sí.

–¿Cuál es su película o serie policiaca favorita?
No tengo ninguna predilección de película. Antes me gustaban las de Juan Orol, de gángsters, de tahúr, de cómo se matan...

–Usted se identificaba con los personajes.
No muy. Nunca he sido adicto a eso. Ni a la televisión; menos que yo esté viendo que el Bacardi, nosotros damos la calidad, usted pone el tanto que va a tomar. No, no me gusta. Ni leo novela. Leo periódico, sí, nacional e internacional, de preferencia la [sección] policiaca.

–¿Qué piensa de la política?
No puedo opinar porque no muy le entro a la política. Me da desesperación. Yo siempre he dicho que ya no hay ni políticos, revoltosos hay. ¡Ah! Que yo lo voy a demandar a fulano, que yo también lo voy a demandar. Pues, ¿qué dirá Gabino Barrera?, ¿qué dirá Ignacio Bernal? Los de los corridos revolucionarios. ¿Qué dirá Simón Blanco ante estos muchachos de hoy? No, no, no puedo opinar de la política.

–¿Y de la justicia?
¿La de la tierra o la divina? Porque hay dos, la divina tarda pero es efectiva.

–¿Y la terrenal?
Esa, no sé, porque se ablanda, como acabo de decir. A veces se pone dura pero si le pone un billetón, se ablandó: que tiene usted razón, yo creo no es así, así es. No es que quiera la paga, le gusta el retrato que lleva el billete, por eso es que vence.

FAR está convencido de que México tiene las mejores leyes, la mejor Constitución y de que no hace falta reformarlas, sino que “se necesita que se sepa aplicar esa ley y todos estaremos felices, pero mientras no haya una ley que se aplique como tal , no va a haber paz.” Parece que esta última palabra le trae algún recuerdo, tal vez de sus antepasados porque antes de despedirse comenta que tiene el presentimiento de que morirá en mayo “...porque en mayo nací. El 30 de mayo de 1934. Ya me toca morirme, ya voy a cerrar mi ciclo de vida”.

–¿Y cómo le gustaría que se anunciara su muerte en el periódico?
Yo creo que mejor que no la anunciaran porque si yo muriera comiendo, como mi comida preferida de fiesta es el jolote, mole de jolote y no cualquier parte del cuerpo del jolote, sino la nuca y el pescuezo, podrían decir: “Lo mató una nuca de jolote” o “Se le atravesó el pescuezo”.

La risa, al igual que el estilo FAR, es espontánea. Su sentido del humor no lo abandona ni cuando rememora que de sus nueve hermanos, cuatro ya murieron. “Ya se está desgranando la mazorca, pero no están muriendo muchachitos, yo fui el último y tengo casi setenta años. Pues, ¿el primero cuántos años tendrá?”



Silueta

Fernando Alegría Ramírez, mejor conocido como FAR, tiene 35 años haciendo nota roja para el periódico Es! y 30 en la radio. Su estilo “tuxtleco” de narrar los hechos es inconfundible.

Nació en el Barrio de La Lomita, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; tiene 69 años (“y meses, pero, como dijera José Alfredo Jiménez, pienso sacar juventud de mi pasado.”). Es el menor de diez hermanos y se dice soltero con hijos y nietos (“Tengo tres hijos y cada uno de ellos tiene 6 hijos, lo que me da un total de 18 nietos.”).

Entre sus aficiones está la lectura de periódicos, la declamación y la música (“Canto y medio toco la guitarra, llego a ensayar con un mariachi.”). Está orgulloso de su origen zoque aunque confiesa que no lo sabe hablar.



*Entrevista publicada en Xmedios, Comunicación y sociedad, No. 3, Septiembre de 2003


3 comentarios:

  1. Yo no conoci en persona a este peculiar personaje de tuxtla, pero mis respetos!!! y el que no ha escuchado o leido al señor FAR, no es tuxtleco!! y como decia: "Nos escuchamos mañana otro uno si Dios nos lo permite" Q.D.P.

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  2. una pregunta en la ilustracion de entrada quien es quien la verdad no las reconosco muy bien o me falta apreciacion. pero no creo que sean ustedes no se parecen en nada. es un simple comentario común y corriente saludos me gusta mucho tu trabajo felicidades...

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  3. Que lastima que ya se murio el maestro FAR que Diosito lindo lo tenga en su gloria. Maestros FAR desde Suchiapa le mandamos un gran abrazo usted que esta alla en el cielo.

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