domingo, 4 de septiembre de 2011

Augurios



I. Del corazón





Al despertar, mi cuerpo se aparta de su sombra.


Las sábanas húmedas son apenas


el resabio de un pleno mar que compartía


como comparten un pensamiento los amantes.



Soy la que guarda el remordimiento


y el nombre único; puente del alba,


estrella de los naufragios. Llave de la alcoba


que guarda los insectos del augurio,


el veneno de la rosa, el fuego más callado.


Bajo mis pechos la sangre convoca



sus ejércitos altivos y de mis ojos


los corceles de la noche beben otro sueño.


Mi sola desnudez ha de vencer la muerte.



Otras aguas menos lentas que el olvido


ya me cercan; ya alza el silencio


su árbol invencible, ya brota mi corazón


entre sus ramas, henchido, hacia los labios de la luz.


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